SAN MARTÍN DE PORRES Humilde
santo hoy por todos aclamado que llevaste una vida de obediencia no cesaste
jamás en dar audiencia a quien más la hubo necesitado. Al reo, al hambriento,
al postrado tus manos socorrieron con amor porque tú comprendiste su dolor y
actuando a costa de tu sacrificio hiciste del auxilio un oficio convirtiéndote
en el santo protector. Tu santidad, Martín, pasó de nuestro suelo y son muchos
tus milagros y testimonios de que corriste a un trío de demonios llamados
hambre, enfermedad y desconsuelo. Tuviste para los animales un gran celo
quedando sometidos a tu mandato y es así que perro, pericote y gato de ser
tradicionales enemigos tu voz los convirtió en amigos y los hizo comer del
mismo plato.
0 comentarios:
Publicar un comentario